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domingo, 5 de julio de 2009

El amor apasionado



El amor puede ser una montaña inmensa un delicioso jardín, una tormenta rugiente, un mar embravecido, un aire fresco. Y siempre tiene que haber fuego en alguna parte, muy cerca. Siempre está el hierro candente de la iniciación del alma. Sin fuego, no hay amor. Aunque sea un matrimonio que dure toda la vida; aunque presente todos los signos de lo que llaman las personas una “relación perfecta”. Si no te incita a pasar al nivel siguiente, si no se apodera de tu corazón y lo hace estallar en un millón de partes, para volver a unirse de nuevo en algún momento de lucidez, entonces no has amado de verdad. Habrás hecho lo que hace todo el mundo… y quizás no conozcas el amor.

Siempre que existe la posibilidad de un gran amor, también se encuentra una gran barrera que hay que saber traspasar y que puede ser una situación interna no sanada (tal vez tus relaciones primarias) de donde provienen tus miedos y tus inseguridades. Pero no puede haber amor sin fuego, para los místico el fuego es purificador y si se parte de que las relaciones en general tienen el poder de ayudarnos en nuestro desarrollo entonces en necesario que contenga tan importante elemento.

Muchas veces creemos que el fuego es un peligro, no lo es en una relación, sino el don que tiene. No consume el yo esencial, sino que quema todo lo demás. Cuando tienes delante una barrera de fuego, pero al otro lado se encuentra alguien a quien amas de verdad, atravesar el fuego por el ser amado te convierte en un ser mágico que puede pasar por el fuego sin quemarse. En ese punto alcanzamos otra frecuencia de la conciencia. Cuando podemos hacer eso, podemos hacerlo casi todo.

Lo más maravilloso que puede experimentar alguna vez una pareja es haber triunfado en cruzar este fuego mágico se crea como una especie de complicidad que ayuda a tener una llama calida que los une, y que el metal del corazón se ha convertido en oro y la relación pasa a donde tiene que pasar a lo sagrado… a la alquimia… a la transformación absoluta.

Es triste ver que el mayor obstáculo para el amor es la personalidad humana.
De alguna manera se ha perdido la inocencia, la candidez de esa falta de miedo, del poder ser vulnerable, que nos da un encanto especial… porque solo allí estamos en nuestra esencia… en donde somos esos niños que un día fuimos… lo que sucede es que hemos olvidado como serlo.

Se que se puede amar como adultos y sin embargo reclamar la confianza de un niño… se puede vivir en la tierra y en el paraíso al mismo tiempo… creo firmemente que sí que solo hay que experienciarlo con nuestro corazón.. y entregándonos a la experiencia con absoluta sencillez …

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